DE LA AUSENCIA DE REGISTRO A UN DUELO POSIBLE

Lic. Andrea Valeria Daleoso.


Julian tenía 7 años, presentaba encopresis, hacía ocho meses al momento de la consulta. No se quedaba quieto. No sabía leer ni escribir. No guardaba  útiles y perdía libros.


Julian vive con su madre y su hermano mayor, desde 3 años atrás.  Sus padres no mantenían una buena relación. De hecho cuenta su madre, que el papá de J- la denunció en Minoridad por “loca”. Significante que al ser re preguntado, no abre significaciones posibles en ese momento. Cuatro meses después su padre fallece por un paro cardíaco  estando solo en su casa. Por tal motivo es considerada muerte dudosa y deben realizar trámites policiales para poder enterrarlo. J. acompaña a su madre en estos recorridos, a sus tres años.

En la casa donde vive, también vivía su tío, quien según relatos de J. tomaba y se ponía loco. Cuenta una escena donde su tío enojado revolea un pollo a su abuela, otra donde corre a su madre con un cuchillo y el junto a su hermano llaman al 911. Me pregunto qué lugar para J. en esa escena, donde nadie puede poner un límite a tanta violencia y solo los niños pueden demandar una ley por fuera de la escena intrafamiliar. Citando a Lacan: lo que justifica nuestra intervención como analistas es el penar de más de un niño.[1]

El desborde o penar en exceso que vivencia J. fue un modo de lazo transferencial en el principio del tratamiento, que poco a poco fue cediendo y por intervalos retorna en su modo de actuar.

La madre cuenta que su hermano lo acosa, que quiere cumplir con el rol de  padre. J. no nombra a su padre, ella cree que no lo recuerda, porque era chico. También dice que suelen quedarse solos con su hermano, cuando ella se va a trabajar. Entonces  se escapa o invita amigos sin permiso, se junta con chicos más grandes y ella los encuentra viendo pornografía. ¿Que significa el escaparse, será un llamado  al Otro?  ¿Como manifiesta J. el no poder alojarse en ningún lugar en relación a su madre? ¿Cual será un lugar posible para el? “Para responder a la captura del Otro, el sujeto responde con su propia desaparición, sitúa en el punto de la falta percibida en el Otro. El primer objeto que propone a ese deseo parental cuyo objeto no conoce es su propia pérdida…”[2] ¿J. se escapa o nadie lo sujeta?

Cabe destacar que en un principio J. se presenta reticente, enojado, desafiante, autosuficiente, golpea sillas y puertas, se va del consultorio abruptamente. Nada le gusta. Todo lo aburre. Me pregunto: ¿escenifica o representa todo él al “loco”?

La secuencia de juego podríamos ubicarla así:

J. comienza construyendo una casa, que nombra como la  mansión de sus primas, juega con tanques, autos de policías.  Arregla un camión de carga, le agrega un tráiler y le carga ladrillos, expresa: “esa era nuestra casita, alguien la destruyo, ¡maldita sea!”. Rompe todo.

Quiere llevarse algún juguete, hacemos un acuerdo: lo puede llevar y traer. Lo cumple. ¿Hay algo concreto que toma del espacio transferencial? ¿Un Otro que habilita  un lazo posible? En un llevar y traer, respetar un intervalo, construir un tiempo de espera, de ausencia-presencia. El tener algo que le da otro, que circula y pertenece al espacio institucional, del cual él puede hacer uso por momentos, ¿genera efectos en J.?

El síntoma de encopresis se fue, junto a la partida de su tío, el discurso materno refiere que a pesar de todo el es su tío, y E. tiene que aceptarlo. Ley caprichosa, impuesta por  un lazo de sangre, o por este goce mortífero al que responde E con su cuerpo   y su exceso pulsional que no puede regular.

Escribimos reglas para poder jugar.  No puede esperar su turno. Ubicamos  este tiempo  necesario para poder jugar con otros. Elige juegos que no puede jugar. ¿Quedando así  fuera de juego? Cuestiono a su madre el lugar del hermano. Planteando que el es un par de J., que no tiene porque retarlo. Ella es la autoridad en su casa. Apuntar a intervenir para autorizarla en su función materna. Lo cual es enunciado en presencia de J. por dos motivos: por un lado, dado que en una ocasión al quedarse solo en la sala de espera, J. hace una escena, cuestión que ocurre con posterioridad y en respuesta a los dichos de su madre quien relata sin ningún tipo de velo que las madres de sus compañeros se ponían de acuerdo para expulsar a J., en segundo lugar, consideraba que sancionar un encuadre del tratamiento, ubicaba un tope a cierta legalidad caprichosa de la madre. . Ej., venir sin razón cada 15 días, llegar 20 min. Tarde. Cuestiones que desvalorizaban  el espacio. Le planteo  contrato a cumplir, la importancia de la regularidad para que el tratamiento pueda seguir adelante. A su vez, me contacto con la escuela para pensar juntos estrategias de intervención que no lo dejen a E por fuera, excluido. J. No quiere entrar y me  cuenta en la sala de espera, frente a todos,  que se ausentaron porque su madre fue a arreglar su moto, la cual maneja sin registro, ¿denuncia de J.? ¿Deja en evidencia la falta de registro de su madre? Falta de registro en dos sentidos posibles: por un lado maneja fuera de la ley, y por otro lado no registra que maneja; a pesar de que lo hace. Me pregunto ¿Qué lugar para este niño en el deseo de la madre?

Comienza a armar palabras jugando, escribe tío, cuento, auto y con fichas que le presto escribe bobo, significante con el que nombra a su madre, BOBA. Yo escribo niño.

Miente sobre haberse escapado de la escuela y lo descubro, en tono chistoso, le pregunto que esperaba: ¿que lo rete? A partir de entonces, otro lazo transferencial es posible. Algo del desborde pulsional toma otro rumbo, ya no son golpes ni portazos sino chistes y risas el modo de comunicarnos. Cabe señalar que esta intervención no es calculada, sino más bien producto de la escucha del significante “me escapé”, que insistía en el decir de E. Lo equivoco pudiendo pensar qué efectos produjo a posteriori.

En una entrevista con la madre, ella  se ríe porque la maestra escribe en una nota: el niño no copia, para referirse a J. Me sorprende esta risa y pregunto que es lo gracioso, sanciono que efectivamente, J. es un niño. Intervención que despliega fantasmas maternos en relación a imposibilidades en su función materna: el estar sola para todo, su diferencia con otras madres, su angustia. Planteo allí que  esto requiere un  espacio otro que el de J, el cual acepta.

Me comunico con la escuela para direccionar las intervenciones con la madre ubicando un niño en J. Y un adulto en la madre.

J. Me cuenta que su seño conoce a su familia, en realidad a su hermano y su mamá, porque el papa murió cuando el tenía tres años. ¿Por que?, pregunto. “De fumar y tomar…la otra historia no la se, agrega”. Le pregunto si esa historia se la contaron, responde: “No, la escuché”. Son estas las primeras palabras que nombran a su padre en el espacio transferencial. ¿Será esta una versión posible de la muerte de su padre, palabras que comienzan a dar sentido donde solo había ausencia, desborde pulsional? “El sujeto aprehende el deseo del Otro en lo que no encaja, en las fallas del discurso del Otro…se pregunta ¿por qué me dices esto? El enigma del deseo adulto”[3]

Su madre llega preocupada porque no puede dejar solo a J. ni un segundo, él tiene miedo que ella se vaya y no vuelva. J. afirma lo dicho por su madre. Me pregunto si algo del duelo por su padre empieza a ponerse en juego en el tratamiento. Preguntas que podrían desplegarse, tratar de ser alojadas en el espacio transferencial. En esta presencia-ausencia de la madre, ¿comienza ella a encarnar una función? Función que a ella la angustia y desestabiliza, aunque ahora puede registrar. “El sujeto se constituye como ideal en el Otro, la definición de lo que adviene como yo, o yo ideal, (…) lo ha de ajustar en el Otro, es decir, que su realidad imaginaria la ha de constituir en el Otro”. [4]Esto es necesario atravesarlo para que el sujeto advenga.

Me pregunto sobre el lugar del analista en el hospital, como  un lugar vacío, un lugar Otro, tercero, que regula y ordena en el espacio  transferencial, algo que no podía registrarse ni simbólicamente (no leía, ni escribía, perdía libros, etc.) ni en el registro imaginario, J. llego a la consulta con el síntoma de encopresis. Estaba involucrado entonces su cuerpo. Algo se puso en marcha con efectos en el cuerpo, al inscribirse la pérdida  tanto en la encopresis como respecto de la muerte del padre.

Para concluir: fue al intervenir, para ubicar un límite al accionar caprichoso de su madre, donde algo pudo modificarse,  conmoverse, comenzar a registrarse. En este suponer un niño allí, y ubicar entonces el lugar de la madre como adulto responsable, con un accionar con consecuencias para J. A partir de esta intervención, se despliega la angustia de la madre, en relación a sus imposibilidades, su estar sola y dejar solos a sus hijos. Se interviene separando su angustia,  del tratamiento de J.

Se escuchan primeras palabras sobre la muerte del padre. ¿Una versión posible, para elaborar un duelo?, allí, donde no había palabras al respecto. Entonces surge temor en J.  Tiene miedo a que su madre se vaya y no vuelva. 
Actualmente me desafía, no quiere entrar ¿Cómo leer este desafío en el lazo transferencial? ¿Será esto un modo de incluirse en el Otro?

En una entrevista a su madre, al preguntarle sobre que contó sobre la muerte del papá de J., responde que nada. Planteo la posibilidad de comenzar a contar una historia al respecto. Refiere: que ella  guarda objetos como herramientas y linternas del padre, que J. ha encontrado y quiso utilizar colocando pilas a todas las linternas, ella responde que será mejor guardarlas por si algún día las necesitan para alumbrarse; o en todo caso poner en uso, solo una. ¿Podrá J. hacer uso de estos objetos? ¿Alumbrarse con ellos?
“El sujeto nace en tanto que en el campo del Otro surge el significante. Pero debido justamente a este hecho, eso que antes no era  nada, nada sino sujeto a punto de advenir, queda fijado como significante.”[5]




(1) J. Lacan, Seminario XI, “Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”, Ed. Paidós, 2003. pag. 174
(2) J. Lacan, Seminario XI, “Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”, Ed. Paidós, 2003. pag. 222
(3) J. Lacan, Seminario XI, “Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”, Ed. Paidós, 2003. Pág.222
(4) J. Lacan, Seminario XI, “Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”, Ed. Paidós, 2003. Pág. 150.0
(5) J. Lacan, Seminario XI, “Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”, Ed. Paidós, 2003. Pág.206