EMBARAZO ADOLESCENTE*

* Clase dictada en el Curso de Postgrado 2012 de Clínica Analítica con niños y Adolescentes, en el Hospital Alvarez.


Lic. Laura Mattiussi

Entrecruzamiento de discursos

Para pensar las coordenadas que atraviesan este fenómeno, tomo prestado un desarrollo de Dobón (2003), en el que ubica al sujeto en una encrucijada de distintos discursos, a la vez que sitúa la especificidad del trabajo del analista.
Dobón sostiene que toda institución de subjetividad convoca a un triple anudamiento de los discursos jurídico, biológico y psíquico. Sitúa al sujeto en la intersección de estos discursos. Dice: “Nuestra actividad todo el tiempo nos invita a preguntarnos acerca de un borde entre lo social y colectivo así como entre lo individual y subjetivo. Nuestro dispositivo aloja la subjetividad de lo inconciente, sin embargo hay un borde de torsión entre ese sujeto y su colindante que es la subjetividad del Habitante-ciudadano. Se trata de un borde que se va haciendo en e hacer analítico, de una falta radical que determina fronteras operativas del orden de la imposibilidad y no de la potencia o impotencia. Lo paradójico resulta que no se trata de inferir que el psicoanálisis pueda o no intervenir en la realidad de lo social, sino que en cambio su límite justamente radica en el sujeto con el que opera y el objeto que conjetura. En tal subjetividad inciden los síntomas de lo social, pero no hay en el campo de nuestra operación sobre la realidad como realidad psíquica, los elementos para incidir “objetiva” o directamente en la realidad psíquico-social”.

El embarazo adolescente (EA) debe entenderse en este entrecruzamiento de discursos. Cómo leamos el embarazo, dependerá de las coordenadas particulares en las que el mismo se produjo y del estatuto, del impacto subjetivo que el mismo produzca en cada adolescente. Por otra parte, leerlo, no significa que seamos llamados a intervenir en tanto analistas, en tanto no siempre (me animo a decir que son las menos) hay motivo de consulta al respecto, hay “caso”. El EA suele ser atravesado muchas veces sin angustia por parte de las chicas. Cabe diferenciar los casos en que el mismo es efecto de un evento traumático (ASI) de aquellos en que podemos pensarlo como un atravesamiento de los avatares propios de esta etapa, como un modo ¿fallido? de tramitar lo que se juega en ella, de cada sujeto particular.

La Adolescencia y el Embarazo Adolescente desde la Medicina

La Medicina sitúa la adolescencia en el periodo comprendido entre la irrupción de la pubertad, con los cambios hormonales que conlleva, y la detención del crecimiento aproximadamente a los 20 años. Período que se caracteriza por transformaciones graduales biofisiológicas que incluyen la aparición del vello, de la menarca y la eyaculación, cambios en las proporciones pelvianas y el desarrollo muscular, aumento de la altura, peso y talla, cambios en la voz, el desarrollo de la capacidad de procrear, de los senos, la erección peniana con capacidad eyaculatoria y la posibilidad de tener relaciones sexuales.

La medicina del adolescente cobra mayor vigor reconociéndose como subespecialidad a fines de los 70, entrando en plena vigencia en los 90. Se vincula al hecho de visualizar a los adolescentes como sujetos, ni niños ni adultos. Por otra parte, la preocupación por el EA se debe a que se lo considera un indicador de vulnerabilidad, por vincularse al ASI,  a que afecta la oportunidad educativa, se asocia a la falta de acceso oportuno a los servicios de salud, y es también asociado al sostenimiento de estereotipos de género patriarcales.

La OMS define el EA como aquel que ocurre entre los 10 y 19 años de la madre. Aquí puede diferenciarse la sub-categoría de “niña-madre”, que es aquella que abarca a las niñas desde la menarca hasta los 14 años. La OMS considera al embarazo adolescente como un embarazo de riesgo ya que es la principal causa de mortalidad de las jóvenes de entre 15 y 19 años por las complicaciones relacionadas con el parto y por los abortos inseguros. Además, en las menores de 16 años, existe un aumento de la tasa de mortalidad neonatal. Los cuerpos de las adolescentes no están plenamente desarrollados (falta de desarrollo puberal) para pasar por los procesos de embarazo y parto sin consecuencias adversas. Hay mayor incidencia de prematurez, fetos muertos, parto obstruido, y de complicaciones como HTA, pre-eclampsia, infección urinaria, etc. Para la OPS hasta los 16 años hay una categoría de mayor riesgo de morbi-mortalidad para la madre y el niño (basado en base de datos de América Latina). Por las diferentes necesidades de atención, las agencias recomiendan atención diferenciada.

En un estudio realizado por CEDES entre 2003 y 2004 en el país, se concluyó que el EA se produce en diversos armados de pareja y que provoca que muchas situaciones de noviazgo devengan en matrimonio o convivencia. En general las madres adolescentes tienen sus hijos con hombres de una edad similar a la propia o apenas mayores. Un tercio de las chicas no estudiaban ni trabajaban al momento de quedar embarazadas; esto refuerza la idea sostenida por varios autores de que en contextos en los que los jóvenes cuentan con expectativas limitadas, la maternidad es considerada una experiencia positiva, es la fuente principal de reconocimiento social, autoestima y respeto por parte de la familia y comunidad en los contextos socio-económicos menos favorables. Los estudios también demostraron que en contextos marginales y vulnerables el embarazo raramente corta una escolaridad exitosa y en muchos casos, precipita la decisión de abandonar la escuela, decisión considerada previo al embarazo. El 82% de las participantes no usaba métodos anticonceptivos (MAC) a pesar de no estar necesariamente buscando un hijo. En grupos focales, surgió que en general, las adolescentes que buscaban un embarazo atravesaban circunstancias vitales particulares tales como soledad frente a la muerte de alguien querido, la pérdida de un embarazo previo, estar conviviendo con la pareja o considerar que llevan ya bastante tiempo de pareja como para empezar una familia. Agrego yo, el nacimiento o embarazo de madre o hermana mayor, o acontecimiento obstétrico en la madre. Otras razones importantes para no usar MAC: pobre conocimiento (19% creía que no podían quedar embarazadas), falta de información o acceso a MAC, sexo inesperado, negativa de parte de la pareja a usar MAC. Cuando las chicas descubren que están embarazadas, suelen sentir vergüenza y temen la reacción de sus padres, y el aborto es pensado en función de evitar el conflicto con los adultos más que por un rechazo directo a la maternidad. Distintos estudios muestran que el abandono escolar suele anteceder al EA; uno de los problemas es que en lo global, en el país no hay un incremento de la tasa de EA, sino que el aumento es focalizado en las poblaciones de menores recursos. Sigue siendo del 15% aproximadamente.

Otros datos del 2004 del CDNNyA: el inicio de relaciones sexuales es cada vez más precoz, a los 16 años en la clase media escolarizada, y a los 14, tendiendo a menos, en los sectores humildes. Sólo un tercio usa MAC. Según la OMS el 40% de los argentinos menores de 18 años no toma recaudos para evitar el contagio de VIH ni para evitar embarazos no buscados.

Marco Legal

Código Civil

Dentro de nuestro sistema legal, el estado de minoridad abarca desde el momento de la concepción hasta el día que se cumplen los 18 años. A los menores, se los divide en 2 categorías: los menores impúberes (desde el nacimiento hasta los 14 años), y los menores adultos (desde los 14 hasta los 18). Para el Código Civil, los chicos son incapaces hasta los 14 años: no tienen discernimiento y están incapacitados para cualquier acto civil; necesitan representante legal para todo, incluso sostener o interrumpir un embarazo. Los menores de 18 años pueden, sin la autorización de sus padres, reconocer hijos. La edad mínima para contraer matrimonio es 18 años, siendo que previamente necesita para hacerlo, una dispensa judicial (esto es para menores adultos).

Código Penal

Ley 25.087, Delitos contra la integridad sexual: El ASI implica involucrar a un niño en actividades sexuales que éste no llega a comprender totalmente, a las cuales no está en condiciones de consentir o para las cuales está evolutivamente inmaduro y tampoco puede dar consentimiento, o en actividades sexuales que transgreden las leyes o restricciones sociales. Se manifiesta entre un niño y un adulto, o entre un niño y otro que, por su edad (entre 5 y 10 años de diferencia entre víctima y agresor) o, por su desarrollo se encuentra en posición de responsabilidad, confianza o poder; implica entonces coerción y asimetría. En lo que refiere a la infancia se tipifican en: Incesto (contacto sexual perpetrado por un pariente de consanguinidad lineal, se incluyen figuras adultas que cubren el papel de figuras parentales); violación (acceso carnal de una persona adulta con un menor de 13 años; acceso carnal no consentido); Abuso sexual con aprovechamiento de la inmadurez de la víctima-estupro (acceso carnal con una NIÑA de entre 13 y 15 años, ya que la misma no puede dar un asentimiento maduro para una relación sexual); Corrupción (facilitación de la prostitución infantil, explotación sexual y comercial); Abuso sexual (comportamientos que implican contactos corporales de significación sexual); Obligar a mirar pornografía, exhibicionismo; llamadas obscenas. Aclaro que no son estas las denominaciones específicas que figuran en la tipificación de la ley; se trata de las descripciones de las figuras con sus agravantes.

En un fallo de la Corte Suprema  se determinó que debe primar el secreto profesional por sobre la necesidad de denunciar (por minoría de edad en una relación de pareja; lo mismo en casos de mulas o aborto) argumentando que es inmoral poner a la mujer en la disyuntiva de salvar su vida o ir a la cárcel. El sistema de salud no es auxiliar del sistema penal. Primacía del derecho a la salud.

Otros componentes del marco normativo:

Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (Ley 25.673):

Sus objetivos son: alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y procreación responsable con el fin de que la población pueda adoptar decisiones libres de discriminación, coacción y violencia. Disminuir la morbimortalidad materno-infantil. Promover la salud sexual de los adolescentes. Contribuir a la prevención y detección precoz de ETS, VIH/sida y patología genital y mamaria. Garantizar el acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios referidos a la salud sexual y procreación responsable (prescribir y suministrar MAC). Potenciar la participación femenina.

Alumnas Embarazadas. Ley 25.808

Los directivos o responsables de los establecimientos oficiales y privados de educación pública no podrán adoptar acciones institucionales que impidan la prosecución normal de los estudios de las estudiantes en estado de gravidez o durante el período de lactancia, y a los estudiantes en su carácter de progenitores. Abarca a todos los niveles del sistema y a todas las modalidades de prestación educativa. Obliga a las autoridades educativas, en cuanto a la estudiante embarazada, a autorizar los permisos necesarios para garantizar su salud física y psíquica, así como la del ser durante su gestación y el correspondiente período de lactancia.

En la CABA funciona el Programa de retención escolar de alumnas/os madres, padres y embarazadas, desde 1999, y se ocupa de acompañar a esta población en el nivel medio. Cada escuela pública tiene un referente.

Resolución 1.252. CABA 2005

Establece la obligatoriedad de asegurar la asistencia sanitaria requerida por las niñas, niños y adolescentes en cualquier efector dependiente de la Secretaría de Salud, ya sea solos, embarazadas y/o a cargo de niños, ya sea sin acompañantes adultos o con adultos que no sean sus representantes legales y sean referentes del niño o adolescente. Enfatiza el reconocimiento de las capacidades del niño y adolescente para comprender la información y para otorgar el consentimiento sobre la realización de estudios y tratamientos. Si no cuentan con las capacidades necesarias para hacer efectivo el ejercicio personalísimo de su derecho a la salud, debe convocarse al referente adulto que el niño o adolescente reconozca como tal; de no haberlo, se llama a la Guardia de Abogados. Una vez superado el motivo que dio origen a la prestación de salud, no mediando problemática social, el niño o adolescente (solo, embarazada y/o a cargo de otro niño) podrá retirarse por sus propios medios, independientemente que cuente o no con acompañante adulto.

Resolución 1.253. CABA 2005

Establece la obligatoriedad de asegurar el acceso irrestricto e incondicional a todas las prestaciones de carácter preventivo, promocional, asistencial (diagnóstico-tratamiento) y de rehabilitación a niños, niñas y adolescentes, sin documentos o con documentos objetados. Determina además que en ningún caso la inexistencia de documentación de identidad de niños o adolescentes puede derivar en una intervención judicial y/o policial.

Hospital General de Agudos Dr. Teodoro Álvarez

Departamento Materno Infanto-Juvenil

incluye los servicios de Obstetricia y Maternidad, Neonatología, Pediatría y Adolescencia. La división se basa en hechos de naturaleza anatómica, endocrinológica y farmacológica, relativos al desarrollo puberal, edad de la menarca, etc.

Maternidad y Obstetricia

El 15% de los embarazos son de adolescentes. Abordaje principalmente de las mujeres, se trabaja poco con los padres. En este servicio se atiende el EA (embarazos hasta los 18 años inclusive), así como a las víctimas de VAS a partir de los 15 años. Dispositivo de screening de EA: criterio de la posibilidad de riesgo; 2 sujetos a proteger. Asimismo, incluye el Consultorio de Salud Sexual y Reproductiva (consejería y métodos, acceso irrestricto), el Consultorio de Orientación en Opciones ante un embarazo inesperado (consejería pre y post aborto, para adolescentes y adultas) y Abortos no punibles.

Pediatría: Equipo de Niños en Riesgo

Incluye la atención de ASI en niños/as hasta 14 años inclusive. Se deriva a Obstetricia los casos de EA. Casos de violencia familiar.

Adolescencia

Servicio de atención clínica y ginecológica de adolescentes a partir de los 10 años; hasta los 9 años se atienden en Pediatría.

La adolescencia y el embarazo adolescente desde el Psicoanálisis

La propuesta es plantear brevemente qué significa la adolescencia para el Psicoanálisis, y a partir de allí pensar algunos vectores desde donde abordar la cuestión del embarazo en la adolescencia.

Para empezar, voy a tomar una definición de Alexandre Stevens que Silvina Gamsie (2010) cita en uno de sus escritos: “la adolescencia es la edad de todos los posibles pero a su vez la del encuentro con lo imposible (…) Que todo sea posible en relación a las respuestas es sin duda exagerado, pero es verdad que ciertos posibles se abren o reabren en ese momento, en cuanto a la elección de la respuesta (…) En la adolescencia, el sujeto debe reactualizar sus elecciones de objeto. En el momento en que entra en la adolescencia, en efecto, el sujeto todavía no se ha decidido acabadamente respecto de sus elecciones de objeto; será ya sea hétero, ya sea homosexual. Debe entonces volver a pasar por sus elecciones de objeto, aún cuando por una parte esa elección ya ha sido planteada; debe decidir en ese momento la elección para su existencia (…)”. Vamos a desplegar la misma.

Freud, en Las Metamorfosis de la Pubertad (1905) dice que con el advenimiento de esta etapa la pulsión que hasta aquí era predominantemente autoerótica encuentra ahora al objeto sexual, a la vez que aparece una nueva meta sexual bajo el primado y subordinación de la zona genital. La pulsión sexual se pone ahora al servicio de la función de reproducción; y agrega, sólo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y el femenino. Es decir hallazgo del objeto, identificación sexual y reproducción son las novedades con las que debe enfrentarse el adolescente.
Sabemos que el hallazgo de objeto es un reencuentro, lo que equivale a decir que en esta etapa se juegan efectos de los avatares del Complejo de  Edipo. No todo se jugó a los 6 años, es en la pubertad, como dice Lacan, que el sujeto hará uso de los títulos que guardó en reserva a la salida del Edipo, para asumir su posición sexuada. Momento de abrochamiento de la estructura en esta segunda vuelta de la sexualidad infantil.

Al entrar en el orden de la reproducción sexuada, el adolescente se enfrenta ahora con un real diferente al que se enfrentaba en tanto niño. Ello supone que “las incursiones sexuales efectivas que los púberes hacen con los partenaires elegidos, no podrían de ningún modo denominarse “juegos sexuales”, porque tienen toda la consistencia de la realidad y de las consecuencias que dicha sexualidad tiene en ella. La sexualidad como juego sólo la encontramos en la niñez, en la que los contactos que pueden tener los niños que juegan al doctor o al papá y la mamá se enmarcan dentro de la sexualidad infantil, que es una sexualidad sin consecuencias” (Beisim, 2008).  En esta línea, Lacan en el Seminario 12 (clase 9/5/65) se refiere al juego como “cálculo de esperanzas”, “nada más contrario al riesgo que el juego”, y agrega Liliana Ranieri (2008): en el juego, “los riesgos son calculables y quedan encapsulados: historias de muerte y sexualidad sin sangre ni semen, sin que se corra riesgo”.

Segunda vuelta de la sexualidad infantil en la que el sujeto debe autorizarse en una elección exogámica de objeto e incluirse entre sus semejantes. Para ello, el trabajo que debe hacer el adolescente consiste en la construcción de una trama simbólica que permita inscribir ese real que irrumpe en el cuerpo, una apropiación bajo la forma de un mito individual, que habilite la construcción de la responsabilidad ante el acto. Es decir, en la entrada de esta etapa existe una disyunción entre la suficiencia biológica y el sujeto en tanto padece aún de insuficiencia de responsabilidad frente a sus consecuencias (Wainsztein, 2007), cuestión esta que debe construirse.

Como antecedente lógico a esta construcción subjetiva de la adolescencia, está el niño o,  el juego y el Edipo. Será con el fantaseo que el púber hará este trabajo.

Freud, en El creador literario y el fantaseo (1908) se refiere al juego como lo propio del niño y a su sucesor, el fantaseo. Dice: “el adulto cuando deja de jugar, sólo resigna el apuntalamiento en objetos reales; en vez de jugar, ahora fantasea. Construye castillos en el aire, crea lo que se llama sueños diurnos”. Va más allá y equipara al poeta con quien tiene sueños diurnos, y la creación poética con el sueño diurno mismo. Freud dice: “El soñante diurno pone el mayor cuidado en ocultar sus fantasías de los demás porque registra motivos para avergonzarse de ellas. Agrego que, aunque nos las comunicara, no podría depararnos placer alguno mediante esa revelación. Tales fantasías, si nos enteráramos de ellas, nos escandalizarían, o al menos nos dejarían fríos. En cambio, si el poeta juega sus juegos ante nosotros como su público, o nos refiere lo que nos inclinamos a declarar sus personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que probablemente tenga tributarios de varias fuentes. Cómo lo consigue, he ahí su más genuino secreto; en la técnica para superar aquel escándalo, que sin duda tiene que ver con las barreras que se levantan entre cada yo singular y los otros, reside la auténtica ars poetica. Podemos colegir en esa técnica 2 clases de recursos: el poeta atempera el carácter del sueño diurno egoísta mediante variaciones y encubrimientos, y nos soborna por medio de una ganancia de placer puramente formal, es decir, estética, que él nos brinda en la figuración de sus fantasías. A esa ganancia de placer que se nos ofrece para posibilitar con ella el desprendimiento de un placer mayor, proveniente de fuentes psíquicas situadas a mayor profundidad, la llamamos prima de incentivación o placer previo. Opino que todo placer estético que el poeta nos procura conlleva el carácter de ese placer previo, y que el goce genuino de la obra poética proviene de la liberación de tensiones en el interior de nuestra alma. Acaso contribuya en no menor medida a este resultado que el poeta nos habilite para gozar en lo sucesivo, sin remordimiento ni vergüenza algunos, de nuestras propias fantasías”. La fantasía en tanto crea un tiempo y espacio psíquico donde se puede ejercitar sin el riesgo que ahora las posibilidades biológicas vuelven realizables, hacer algo con ese plus que pulsiona. A su vez, necesidad de crear un velo para no encontrarse con el displacer. La representación es un nombre de la metáfora con la que cuenta el adolescente gracias a esa cicatriz del Complejo de Edipo que es el fantasma. Dice Freud en una nota del Hombre de las ratas (1909): “los recuerdos de la infancia de los seres humanos se establecen sólo en una edad posterior (casi siempre en la pubertad), y que entonces son sometidos a un complejo trabajo de refundición que es enteramente análogo a la formación de sagas de un pueblo sobre su historia primordial. Cabe discernir con nitidez que el ser humano en crecimiento busca, en estas formaciones de la fantasía sobre su primera infancia, borrar la memoria de su quehacer autoerótico, elevando sus huellas mnémicas al estadio del amor de objeto; o sea, como un genuino historiógrafo, procura contemplar el pasado a la luz del presente”. Posibilidad de subjetivar su particular modalidad de goce y de su deseo, en una versión propia de las coordenadas de su novela familiar (Gamsie, 2010). Remarco la función de velo, de encubrimiento, del fantasear que habilita un espacio sin riesgo que prepara, antes que el cuerpo entre en juego, para responsabilizarse de ello.  Para ilustrar esto, y como conexión con el siguiente antecedente, el Edipo, cito a Freud en Las Metamorfosis de la Pubertad: “Pero la elección de objeto se consuma primero en la esfera de la representación; y es difícil que la vida sexual del joven que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de la fantasía, o sea, representaciones no destinadas a ejecutarse. (Nota: las fantasías del período de la pubertad prosiguen la investigación sexual abandonada en la infancia). A raíz de estas fantasías vuelven a  emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, sólo que ahora con el refuerzo somático. Y entre estas, en 1° lugar, y con la frecuencia de una ley, la moción sexual del niño hacia sus progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo opuesto: la del varón hacia su madre y la de la niña hacia su padre. Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma uno de los logros psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la pubertad: el desasimiento respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición, tan importante para el progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua”.

Del Complejo de Edipo, voy a retomar el recorte que Freud hace el La Feminidad (1933), respecto del mismo en el caso de la niña. Sostiene que la ligazón-madre de la niña se viene a pique bajo el signo de la hostilidad al hacerla responsable de su falta de pene, por lo que se siente gravemente perjudicada y cae presa de la envidia al pene.  Es por el influjo de la envidia al pene que la niña es expulsada de la ligazón-madre y desemboca en la situación edípica como en un puerto. En este artículo hace una clara diferencia entre el estrato pre-edípico y el edípico, resaltando la importancia del primero. Dice: “El deseo con que la niña se vuelve hacia el padre es sin duda, originariamente, el deseo del pene que la madre le ha denegado y ahora espera del padre. Sin embargo, la situación femenina sólo se establece cuando el deseo del pene se sustituye por el deseo del hijo, y entonces, siguiendo una antigua equivalencia simbólica, el hijo aparece en lugar del pene. La niña había deseado un hijo ya antes, en la fase fálica; ese era sin duda alguna, el sentido de su juego con muñecas. Pero ese juego no era propiamente la expresión de su feminidad: servía a la identificación-madre en el propósito de sustituir la pasividad por actividad. Jugaba a la madre, y la muñeca era ella misma. Sólo con aquel punto de arribo del deseo del pene, el hijo-muñeca deviene un hijo del padre y, desde ese momento, la más intensa meta de deseo femenina.

Con la transferencia del deseo hijo-pene al padre, la niña ha ingresado en la situación del complejo de Edipo. Por largo tiempo el complejo de Edipo de la niña nos impidió ver esa ligazón-madre preedípica que, sin embargo, es tan importante y deja como secuela fijaciones tan duraderas. Para la niña, la situación edípica es el desenlace de un largo y difícil proceso, una suerte de tramitación provisional, una posición de reposo que no se abandona muy pronto, sobre todo porque el comienzo del período de latencia no está lejos”. “La identificación-madre de la mujer permite discernir dos estratos: el preedípico, que consiste en la ligazón tierna con la madre y la toma por arquetipo, y el posterior, derivado del complejo de Edipo, que quiere eliminar a la madre y sustituirla junto al padre. La fase de la ligazón preedípica tierna es la decisiva para el futuro de la mujer; en ella se prepara la adquisición de aquellas cualidades con las que luego cumplirá su papel en la función sexual y costeará sus inapreciables rendimientos sociales. En esa identificación conquista también su atracción sobre el varón, atizando hasta el enamoramiento la ligazón-madre edípica de él”. Resalto estas ideas porque creo es una diferencia importante a tener en cuenta en la clínica en los casos que nos ocupan, es decir, para pensar el lugar del niño para esa adolescente, si en esta segunda vuelta del Edipo, el embarazo se produce en relación al lazo con la madre pre-edípica o está en la vía de la transferencia del deseo hijo-pene al padre.

En la definición de Stevens, se decía que la adolescencia supone el encuentro con lo imposible, con que no hay relación sexual. Daniel Paola (2007) explica esta falta de inscripción de lo real en términos que no hay iniciación en tanto no hay garantía de eficacia en lo sexual. “No por saber es que existe la eficacia. Que un individuo atraviese por la primera relación sexual no es garantía de ninguna iniciación, en cuanto no asegura ninguna eficacia de función en la próxima”. Y agrega: “Aquello que liga a la adolescencia se encuentra relacionado a la creencia falsa de alcanzar una iniciación que sea garantía eficiente de función, sea de lo sexual o del inconsciente mismo. Esa creencia es propia de toda mentalidad por la que transcurre cada ser hablante y que por supuesto podría concluir en vida, si se tolera la inexistencia de esa garantía que recae sobre la función. (…) [Esta es] la cuestión que se desarrolla en la adolescencia respecto a la no-función y que lleva al establecimiento del síntoma”. Para estructurar esto, es necesario tiempo. Dice Winnicott (1969): Solo con el paso del tiempo y de la experiencia puede un joven aceptar poco a poco la responsabilidad por todo lo que ocurre en el mundo de la fantasía personal. Según el momento de este recorrido del sujeto en que se produzca el embarazo, serán las consecuencias subjetivas del mismo. Identificando la constitución del síntoma con la presencia de angustia (señal de la no-función) frente al embarazo, puede pensarse una mayor posibilidad de tramitar un encuentro efectivo con las consecuencias que deberá enfrentar. Si, en cambio la constitución del síntoma no antecede al embarazo (éste transcurre sin angustia), existe el peligro de que cuando el pasaje se produzca la repercusión sea que quede como un estigma (que se agregará al síntoma) al estilo de lo inmodificable, con la consecuencia de un super-yo arrasador (Paola, 2007).

Destacamos ya la función de la fantasía en cuanto permite al sujeto historizarse, armar una explicación como mascarada posible. Al respecto, y tomando los historiales freudianos de 3 adolescentes, Ana O, Dora y la joven homosexual, Silvia Wainsztein (2007), dirá que las fantasías de embarazo no pueden dejar de ser parte de una de las construcciones del fantasma; haciendo hincapié que ahora, lo real del cuerpo hace posible la realización de esos fantasmas. “Las fantasías de embarazo en la adolescencia renuevan, bajo otras condiciones, los juegos de las niñas con las muñecas, en el contexto del drama edípico. Recordemos que Freud habló de dos tiempos en relación a este juego: en el primero se trata de abordar lo real con el Otro primordial, que para la mujer es del mismo sexo, es decir es un tiempo homosexual. Es en un tiempo posterior donde dicho juego simboliza la demanda de falo al padre”. Es en la equivalencia simbólica que inscribe al niño=falo que la maternidad para Freud normativiza a las mujeres.  Sostiene esta analista: “Cuando la hija ofrece imaginariamente a la madre un niño, pone a prueba por aprés-coup su lugar de objeto de amor en los tiempos primordiales. (…) 

La pubertad tiene efectos de ruptura distintos en la niña y en el varón. Ella recurre al padre salvador y él rivaliza con su progenitor. En ambos casos se trata de la repetición de una ruptura anterior. Para ella, la precipitación en el espejo del Otro que es del mismo sexo, tiene un valor especial cuando un padre se ocupa de sacarla del fondo de ese espejo, siempre y cuando en el horizonte se juegue la dialéctica del falo en tanto don, es decir, que tiene la templanza de lo simbólico. Si el falo es sólo imaginario, su manifestación es la reivindicación de una falta. En la pubertad, el embarazo es el representante de la adquisición del mismo, portado en el propio cuerpo. Según el caso, a veces lo es para la propia adolescente, y otras para su madre”.


Bibliografía

"Nuestros derechos, nuestras vidas”, cuaderno del Consejo de Derechos de Niños Niñas y Adolescentes.

Beisim, Marta Eva, “Juegos puberales”, en La Porteña, Revista de la Sociedad Porteña de Psicoanálisis N° 10, año 2008.

CEDES: “El embarazo en la adolescencia: diagnóstico para reorientar las políticas y programas de salud”, 2003-2004.

Cottet, Serge, “El sexo débil de los adolescentes: sexo máquina y mitología del corazón”, en: Virtualia N° 17, año 7, enero-febrero 2008.

Dobón, Juan, Seminario: “El sujeto en el laberinto de los discursos”, clase 1, septiembre 2003, en: www.edupsi.com/laberintos.

Freud, Sigmund, “A propósito de un caso de neurosis obsesiva”, en Volumen 10, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1996.

Freud, Sigmund, “Conferencia 33°: La Feminidad”, en Volumen 22, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1997.

Freud, Sigmund, “El creador literario y el fantaseo”, en Volumen 9, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1999.

Freud, Sigmund, “Tres ensayos de teoría sexual”, en Volumen 7, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1993.

Gamsie, Silvina, “En los umbrales de la pubertad…Interrupción del análisis de la infancia”,  en Psicoanálisis y el hospital, Año 19, N° 37, junio 2010.

Paola, Daniel, “Embarazo en la adolescencia”, en Revista Imago Agenda N° 116, diciembre 2007.

Ranieri, Liliana, “¿Dale que…eras un niño?”, en La Porteña, Revista de la Sociedad Porteña de Psicoanálisis N° 10, año 2008.

Wainsztein, Silvia, “Embarazo adolescente o jugando a los dados”, en Revista Imago Agenda N° 116, diciembre 2007.

Winnicott, Donald, “Muerte y asesinato en el proceso adolescente”, en “Realidad y juego”, Editorial Gedisa, Barcelona, 1997, 7° edición.

Viñetas


1) L tiene 13 años, y cursa un embarazo de pocas semanas, producto de reiteradas violaciones por parte de su padrastro. Manifiesta que hace 2 años su padrastro, en momentos en que su mamá salía, y mientras ella dormía, se metía en su cama y la “violaba”. No contó nada de lo sucedido a su mamá ya que temía que esta se enojara con ella y le pegara, “Tenía miedo”, dice. Agrega que su progenitora la golpeó en algunas oportunidades, “cuando se enoja por algo”. L impresiona sobreadaptada a la situación, sin afecto alguno respecto de la gestación. Se la observa preocupada respecto de no ser separada de su madre, así como en relación a sostenerla, “ella no tiene la culpa”. Del embarazo, dice “no tengo cabeza para decidir qué hacer”, solicitando que sea su madre quien tome la decisión sobre si continuar con el mismo o no.

Tras ser externada luego de que se realizara un aborto no punible, L fue a un Hogar; ella seguía manifestando que su mamá no tenía la culpa de lo que le pasó y dirá siempre que se le pregunte que ella quiere estar con su madre y hermana menor.

L continúa tratamiento tras su externación. Dice tener miedo de seguir embarazada por los síntomas que tiene: ganas de vomitar y la panza hinchada. Se ubica que este malestar se inició al ingresar en el Hogar y lo asocia  con el momento en que S, su hermana “casi gemela” fue llevada a un orfanato. Esto ocurrió a sus 6 años aproximadamente. No saben nada de ella, L siempre quiso rescatarla. Dice que tiene pensamientos de lo que le pasó y de cuando vivía en la calle, con su mamá. S es un año mayor, y “por una denuncia de que vivían en la calle y su mamá tomaba, el gobierno se la llevó a un lugar como el que estoy yo. Nos quisieron quitar a las dos, pero mi mamá me escondió”, visitaban a S, hasta que su mamá se mudó y L se quedó al cuidado de su abuela. Para ella la historia se repite tal cual. “Mi mamá cambió como le pidieron, ya no tomaba. Todo estaba bien”. “Mi padrastro me pegaba, ella me defendía y por eso peleaban”. Le marco que no, que no estaba todo bien; también las diferencias entre la situación actual y la de S.

L se enoja porque le falta ropa pero no quiere pedirle a su madre, porque ésta no tiene plata, no quiere que se ponga mal. Le gustan las películas de terror; decide contarme “La huérfana”: es sobre una nena de 4 años que quiere llamar la atención del padre y como no puede mata a toda la familia. Termina cuando ella se muere. ¿Cómo? Quiere matar a su mamá, que ésta pise el hielo, éste se rompa y se ahogue; esto termina pasándole a ella. Después de esta sesión, empieza a aparecer la bronca, y con ella se irá desplazando el hecho de que se le hincha la panza, primero asociado a su miedo de seguir embarazada, para luego ligarse a su ser “regañona y nerviosa como mi mamá”.

2) R de 18 años: “mi mamá se enojó porque el papá del bebé no es mi pareja. La enojó que le mintiera. A mí me pasó lo mismo. Soy hija de otro hombre, no de su pareja. No quiere que yo haga lo mismo. Yo me enteré a los 17 años…Miento mucho y se enoja… No le digo las cosas porque te tira todo abajo”. No sabía cómo decírselo a su mamá; cuando ésta se entera del embarazo, quiso que abortara. Ella decide tenerlo, “mi mamá se deprimió, a ella le sacaron el útero hace unos meses. Ahora se queja porque todos me ayudan”. Su mamá tiene 38 años; su última hija está con el papá, “la regaló”. V no conoce a su papá biológico. De la madre dice, “nunca estuvo cuando éramos chicas…igual no me animo a reclamarle como hija. Tengo miedo que se enoje…mi abuela no la perdonó a ella y yo estoy haciendo lo mismo que ella. Mentí mucho, le decía que me iba a lo de una amiga y salía con chicos a boliches. Somos muy parecidas con mi mamá… Dice que la defraudé como madre, que se siente fracasada…decía que yo estoy pagando lo que hizo mi papá, que saliendo con otros hombres no quería compromiso”. Cuando nace su hijo, su mamá se empeña en decir que es la madre. También dirá que desde que nació su hijo, su mamá “cambió un montón, está re-contenta, lo cuida…me cuida. Se quiere quedar a cuidar al bebé en vez de ir a estudiar. Dejó de estudiar para que yo lo haga. Me dice: “Qué hermoso hijo tenés”. Me pone re contenta”.

M tiene 16 años, está embarazada de 5 meses, vive con sus padres con quienes tiene mala relación. No la dejan estar con su novio (B), con quien está desde hace 1 año. El año pasado a causa que su padre le pegaba y amenazaba por estar con B, ella se escapó de la casa; volvió por miedo a que denuncien al novio. De este hecho dice: “a mi mamá no le interesaba. Mi papá hizo la denuncia por búsqueda de paradero; yo le había dejado una carta diciéndole que no me busque, que estaba bien”. “Me hacen a un lado. No dejan que B entre en casa, dicen que él compre lo que necesito…Que mi papá entienda, él vivió lo mismo”. Su madre fue mamá a los 14 años. “Para ellos ya estoy arruinada. Ahora se preocupan por mis hermanos”. Ella es la mayor, y su hermano más chico tiene 3 meses. “Es como que para mi papá estoy de más, me dice que todo se lo pida a B. antes del embarazo, esto no pasaba”. Le digo que a su papá le debe haber enojado esta situación. Quisiera que su padre le dé permiso para irse a vivir con B… “mi papá cree que B me va a hacer sufrir. Sé que quiere lo mejor para mí…pero yo quiero juntarme con B”. Ubico que hay tiempo para armar esto. La vez siguiente, dice que “por ahora estoy pensando” en relación a cómo van a vivir cuando nazca el bebé. La consuela pensar que su papá tiene miedo que su novio la haga sufrir, “me hace feliz que lo hace por mi bien”. Con el tiempo sus padres comienzan a hablar con B; no hay situaciones de violencia. Tiene miedo al parto, “mi mamá me dijo que la iba a necesitar…pero que B iba a estar en ese momento”. Ella quiere que la acompañe la madre. M “no se acordó” de preguntarle a la ecografista por el sexo de su bebé y todavía no acordaron con B dónde vivirían juntos, cada uno sigue en su casa.